Las enfermedades y plagas se han convertido en una amenaza para muchos productores de café, especialmente en Latinoamérica.
La roya es una de las epidemias más destacadas en los cultivos de café y se transmite por el aire principalmente. El contagio es claramente visible en las hojas de la planta, en donde hay una mayor concentración de humedad, manifestándose en forma de pequeñas manchas amarillas o anaranjadas.

La enfermedad afecta a los cafetos mediante la caída de las hojas infectadas, lo cual puede reducir su rendimiento en ocasiones hasta más de un 50%, ya que el hongo termina por debilitarla mucho.
El agua y los ambientes húmedos resultan esenciales para la dispersión y desarrollo de las esporas del hongo de la roya, por lo que para que se propaguen epidemias se requiere de lluvia, ya que al contener las esporas, éstas pueden sobrevivir largas distancias, lo que ha favorecido el desarrollo de la enfermedad por todo el mundo.
Bajo condiciones favorables para la plaga (20 y 25°C aproximadamente), los primeros síntomas empiezan a presentarse entre 10 y 15 días, necesitándose luego un par de semanas más para expandirse.

El cambio climático aumenta la vulnerabilidad de las plantas


El cambio climático está provocando que en la actualidad las temperaturas aumenten y que los patrones de lluvia se modifiquen, lo que está generando que plagas y enfermedades se propaguen con mayor rapidez y en zonas que hasta ahora no habían sido afectadas antes.
En algunas regiones productoras de Latinoamérica, ya se vienen observando ciertos cambios en las condiciones climáticas, como aumentos en las precipitaciones y humedad relativa así como cambios en la temperatura, lo que está propiciando variaciones en las plantaciones de café al verse afectadas las características óptimas para el desarrollo de la planta, produciendo estrés en los cafetos y ambientes propicios para desencadenar epidemias.
El impacto que puede generar una epidemia de roya en Latinoamérica es de dimensiones incalculables, cientos de miles de familias dependen de este cultivo y las pérdidas sociales y económicas pueden ser millonarias, por lo que se debería apostar por la investigación y nuevas técnicas que traten de frenar nuevos brotes de la plaga.

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